Dentro del devenir de nuestra historia patria muchos han sido los hombres, mujeres y lugares que han, por diversas razones, inscritos sus nombres, alcanzando notoriedad en las bases y orígenes mismos de nuestra venezolanidad. La región central, circunscrita a Santiago de León de Caracas, durante la época en que constituíamos jurídicamente "La Provincia General de Venezuela", siempre, incluso en los inicios, fue bastión importante dentro de la naciente economía que sustentaba el orden establecido por aquellos que vinieron con sed de conquista y comercio, tanto para el lucro personal como para beneficio de la corona española. Los valles de Barlovento viene, en consecuencia, a ser uno de estos lugares, al cual las circunstancias lo colocaron como zona de importancia.
Los Valles de Barlovento durante el período colonial, se constituyó en un área especializada en la producción de cacao, gracias a las condiciones geográficas locales y elevado precio, al cual se cotizaba este fruto en los mercados internacionales. a pesar de que su ocupación fue tardía -últimas décadas del siglo XVIII- las haciendas de cacao proliferaron en los valles proporcionalmente al número de esclavos negros ocupados en el laboreo de las plantaciones.
El hecho de que el poblamiento de Barlovento coincidiera con el período de madurez de la Formación Social Colonial Venezolana, determinó un crecimiento acelerado de los cultivos de cacao y la formación de centros poblados. La Colonia ya había definido su perfil económico dedicado a la producción agrícola para exportación, teniendo como principal producto la preciosa almendra del cacao.
La concentración de esclavos , siempre dispuestos a rebelarse, y la cercanía de las costas -proclives al contrabando y a la piratería- serían objeto de preocupación permanente, de las autoridades coloniales, quienes en varias ocasiones cerraron las costas y asumieron el control militar del territorio. Ya en una carta fechada el 18 de junio de 1733, enviada a su Majestad por el entonces, "Comandante Pesquisidor" (sic) de la Provincia de Venezuela, expresaba:
"...mande se cerrasen y prohibiesen todos los caminos, sendas y veredas no usados y sospechosos y, en particular, los referidos caminos que bajasen a las Tucacas y el mencionado de Curiepe vedado este puerto hasta para la pesca, por ser muy perjudicial el, y otro cualquiera en aquél paraje para el comercio ilícito, motivo quizá porque vuestra Majestad mandó desalojar de allí los mencionados negros y que no permitiese pueblo a estos, ni a los isleños, sino 15 leguas, a lo menos, distante de aquellas costas tierra adentro."
Estas medidas eran la consecuencia, a manera de respuesta a la Rebelión de el zambo Andresote, el cual se vinculaba al comercio ilegal con los extranjeros. Las autoridades coloniales veían con mucha cautela la formación en el valle de Curiepe de un pueblo de negros libres; bien por tener relación directa con los holandeses y con la gente de Andresote, o bien, por prever situaciones similares en los valles ubicados "a Barlovento del Cabo Codera".
La preocupación entre hacendados y las autoridades no era casual. La estructura étnico-social de las Provincias que luego constituirían luego "La Capitanía General de Venezuela" tenían como base la mano de obra esclava que predominaba demográficamente en lugares como los Valles de Barlovento. Esta población sometida a mano férrea a la explotación de su trabajo en la plantación, no soportaba resignadamente su condición de esclavos. Las fugas de estos constituían un fenómeno de diarios acontecer.
La contradicción "fuerza-trabajo-esclavo" y terrateniente-esclavista se agudizó durante el siglo XVIII. En el caso de Barlovento, la concentración de esclavos y negros libres llegaba a un elevado porcentaje. En 1784, cuando el Obispo Martí visitó los pueblos de la región, la población total llegaba a 8.917 almas, de las cuales 4.881 correspondían a esclavos negros. Si a los esclavos negros le agregamos morenos libres, tendríamos que el 68,19% de la población de Barlovento la constituían los africanos y su descendencia.
Barlovento, como región de negros se hermanó con las revueltas o rebeliones de esclavos, como por ejemplo la ocurrida en 1749, de Juan Francisco de León descubriéndose complicidad entre los negros de Caracas y los de los Valles de Barlovento, como una ramificación de la primera. Entre 1794 y 1795 se organizan cuadrillas para recapturar "a tanto negro cimarrón alzáo" ascendiendo la cifra a unos 500 individuos.
Barlovento, en suma, quedó retratado en las estrofas de la canción popular que rezaba "Barlovento tierra ardiente y del tambor".
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