Con el
“Guarenazo” del 27 de febrero de 1989, este pueblo demostró su herencia
insurgente y levantó su voz en contra de las injusticias sociales de los modos
de producción y organización social capitalista, representadas por el Gobierno
de Carlos Andrés Pérez y su paquete Económico del FMI.
A finales de la década de los ochenta el
Estado venezolano vivió una profunda crisis económica que venía gestándose
hacia 1932 con la reducción del valor de las exportaciones e importaciones las
cuales venían disminuyendo, y con esta incipiente disminución del bolívar, pero
sin que la crisis tocara niveles tan elevados. En lo que sí contribuyó fue en
el paso de una economía agroexportadora a una economía netamente petrolera.
Posterior al período perezjimenista, el gobierno intervino activamente en la actividad
petrolera, llevando a cabo una política de no otorgamiento de nuevas
concesiones petroleras, la creación de la empresa estatal y su decisiva participación
en la creación de la OPEP. Estas medidas redujeron las actividades de exploración
y perforación, ocasionando una reducción en la inversión de la industria
petrolera. Después del derrocamiento de la dictadura del 58 en
Venezuela se establece una democracia representativa “pactada” por las grandes
élites donde dos partidos políticos dominaron el escenario político y compartieron el poder hasta 1999 cuando asume
la presidencia Hugo Rafael Chávez Frías.
A fin de disminuir los efectos de estas
medidas, el gobierno, con el apoyo del llamado Pacto de Punto Fijo, decidió
aumentar el nivel del gasto público, aumentó la presión tributaria y recurrió
al crédito público. Con la firma de este tratado se sentaron las bases para una
democracia representativa y en alianza con los Estados Unidos, instaurándose
además un sistema político que no aceptaba ningún otro canal de demanda social
que no fuese canalizado a través de AD y COPEI. Esto
contribuyó a elevar el endeudamiento externo, que con la caída de los precios del
petróleo colapsaron las finanzas del Estado repercutiéndose en la reducción de
las reservas internacionales. En otras palabras, la renta petrolera estaba solo
al servicio de las clases sociales dominantes, excluyendo al resto de la
población.
La peor situación la vivió el país el 18
de febrero de 1983 con el “Viernes Negro” durante el gobierno de Luis Herrera
Campins, marcando el inicio del deterioro económico, cuya
crisis se complementó con la fuga masiva de capitales con notables efectos
negativos sobre la inversión y el empleo.
Jaime Lusinchi recibe la presidencia del
país con una marcada crisis económica creando la Oficina del Régimen de Cambio
Diferencial (Recadi) órgano que se
encargaría de establecer un control de cambio a fin
de evitar la fuga de capitales. Sin embargo, a través de esta oficina se ocultó
el tráfico de divisas por parte del sector económicamente poderoso llegando a niveles
elevados y colocando al país en una grave situación fiscal que logró ocultar
pero dejando una gran bomba de tiempo que estalla en el segundo período de
Carlos Andrés Pérez.
Los problemas
heredados durante décadas ya alcanzaban niveles alarmantes, y el retorno de
Pérez a la presidencia escondía, a través del derroche, dos grandes problemas
como lo fue la exclusión social y el desastre económico, producto del anuncio
que haría Lusinchi al afirmar que Venezuela no podía pagar su deuda debido a que
se habían agotado las reservas internacionales. La terrible realidad económica del
país llevó a Carlos Andrés a justificar la inminente entrega del país al Fondo
Monetario Internacional. Aunado a esto, anuncia el 16 de Febrero, la aplicación
de una serie de medidas económicas neoliberales ganándose el descontento y la
inconformidad del pueblo, específicamente el de los sectores populares quienes
veían cada vez menos la inversión y participación del estado en las políticas
sociales.
Los sucesos que la
historia recuerda como “El Caracazo”, para nosotros es reconocido como “El
Guarenazo”, porque durante los días 27, 28 y 29 de febrero de 1989 cambiaron
rápidamente y para siempre, la vida del venezolano, y en especial la del
guarenero a quien le tocó protagonizar y levantar su voz de alto ante el
atropello y violación de sus derechos. Para 1988
la situación del país fue dramática, la inflación rondaba un 100% unida al
desabastecimiento y especulación de los alimentos, la población se empobrecía
exponencialmente y sus recursos económicos era cada vez más limitada. Ante el anuncio del programa de austeridad y de reajuste
estructural según lineamientos del FMI se decreta el aumento de los precios de
transporte. Sin esperar la publicación del aumento en gaceta, las unidades de
transporte público comenzaron a cobrar dicho aumento en el terminal de
pasajeros de Guarenas. Además del abuso de los transportistas, se sumó la
escases de unidades. A partir de este momento, la gente comenzó a sentirse
frustrada e impotente, reclamando el
atropello de los conductores, exigiendo la habilitación de unidades para poder
llegar a Caracas.
Con la incertidumbre en puerta, el ánimo
de las personas comienza a tomar niveles de protesta desde este punto de la
ciudad, a esto se suma la manifestación de los estudiantes, siendo a partir de
este momento cuando se desata una ola de protesta sin control. El día transcurre en disturbios y
enfrentamientos entre efectivos policiales y el pueblo que, cansado de la
injusticia, el engaño y la opresión, decide apropiarse de la mercancía de
abastos, supermercados, y otros comercios. El gobierno, incapaz de controlar la
situación, reprime al pueblo con la activación de efectivos militares a través
de su Plan Ávila, anuncia la suspensión de las garantías constitucionales y
declara un toque de queda para evitar más saqueos e incendios de vehículos y locales
comerciales.
La violencia con que las personas asaltaron
los comercios demostró la pasividad a la
que estuvo sometido el pueblo venezolano durante muchos años, marginada por la burguesía,
rompiendo la "legalidad"
burguesa” expresada en el acaparamiento, el sobreprecio de los productos de
la cesta básica y de un conjunto de medidas económico neoliberales que en lugar
de beneficiar terminaba por empobrecer más a la población.
El 27 de
febrero fue un estallido de carácter popular que respondió a un malestar social,
cultural y político del pueblo olvidado por los gobiernos cuyo epicentro fue la
ciudad de Guarenas, que tuvo un efecto boomerang sobre el resto de las ciudades
que igualmente salieron a tomar las calles, y que tuvo como respuesta la mayor
represión militar y una violación a los derechos humanos jamás vista en la
historia contemporánea de Venezuela. Este estallido originado desde las masas
también puso al descubierto la voracidad del capitalismo y de sus niveles para
lograr sus objetivos.
Para Guarenas
el mes de febrero está cargado de importantes contenido históricos que nos
obliga a no olvidar, sino a recordar la lucha protagonizada por nuestros
indígenas ante la avasallante posesión de sus tierras y posterior colonización,
a los enfrentamientos protagonizados durante la independencia, a las protestas
estudiantiles llevadas a cabo en defensa de sus derechos y que han tenido una
participación importante en los momentos
de explosión popular dejando su huella en el año 70 y 80. Del Guarenazo al Caracazo, y la Insurgencia Militar del 4 de Febrero del 92 le
gritaron al mundo, que no es posible
aplicar modelos neoliberales ni recetas económicas en Venezuela, que intentan
privilegiar a una clase social a expensa del empobrecimiento de la mayoría.
Nuestros ancestros han despertado…
Lic. Noraya Pérez Díaz
Historiadora
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