domingo, 22 de abril de 2012

27 de Febrero: Del “Guarenazo” al “Caracazo”



     Con el “Guarenazo” del 27 de febrero de 1989, este pueblo demostró su herencia insurgente y levantó su voz en contra de las injusticias sociales de los modos de producción y organización social capitalista, representadas por el Gobierno de Carlos Andrés Pérez y su paquete Económico del FMI.
     A finales de la década de los ochenta el Estado venezolano vivió una profunda crisis económica que venía gestándose hacia 1932 con la reducción del valor de las exportaciones e importaciones las cuales venían disminuyendo, y con esta incipiente disminución del bolívar, pero sin que la crisis tocara niveles tan elevados. En lo que sí contribuyó fue en el paso de una economía agroexportadora a una economía netamente petrolera. Posterior al período perezjimenista, el gobierno intervino activamente en la actividad petrolera, llevando a cabo una política de no otorgamiento de nuevas concesiones petroleras, la creación de la empresa estatal y su decisiva participación en la creación de la OPEP. Estas medidas redujeron las actividades de exploración y perforación, ocasionando una reducción en la inversión de la industria petrolera. Después del derrocamiento de la dictadura del 58 en Venezuela se establece una democracia representativa “pactada” por las grandes élites donde dos partidos políticos dominaron el escenario político y  compartieron el poder hasta 1999 cuando asume la presidencia Hugo Rafael Chávez Frías.

     A fin de disminuir los efectos de estas medidas, el gobierno, con el apoyo del llamado Pacto de Punto Fijo, decidió aumentar el nivel del gasto público, aumentó la presión tributaria y recurrió al crédito público. Con la firma de este tratado se sentaron las bases para una democracia representativa y en alianza con los Estados Unidos, instaurándose además un sistema político que no aceptaba ningún otro canal de demanda social que no fuese canalizado a través de AD y COPEI. Esto contribuyó a elevar el endeudamiento externo, que con la caída de los precios del petróleo colapsaron las finanzas del Estado repercutiéndose en la reducción de las reservas internacionales. En otras palabras, la renta petrolera estaba solo al servicio de las clases sociales dominantes, excluyendo al resto de la población.   

     La peor situación la vivió el país el 18 de febrero de 1983 con el “Viernes Negro” durante el gobierno de Luis Herrera Campins, marcando el inicio del deterioro económico, cuya crisis se complementó con la fuga masiva de capitales con notables efectos negativos sobre la inversión y el empleo.

      Jaime Lusinchi recibe la presidencia del país con una marcada crisis económica creando la Oficina del Régimen de Cambio Diferencial  (Recadi) órgano que se encargaría de establecer un control de cambio a fin de evitar la fuga de capitales. Sin embargo, a través de esta oficina se ocultó el tráfico de divisas por parte del sector económicamente poderoso llegando a niveles elevados y colocando al país en una grave situación fiscal que logró ocultar pero dejando una gran bomba de tiempo que estalla en el segundo período de Carlos Andrés Pérez.

     Los problemas heredados durante décadas ya alcanzaban niveles alarmantes, y el retorno de Pérez a la presidencia escondía, a través del derroche, dos grandes problemas como lo fue la exclusión social y el desastre económico, producto del anuncio que haría Lusinchi al afirmar que Venezuela no podía pagar su deuda debido a que se habían agotado las reservas internacionales. La terrible realidad económica del país llevó a Carlos Andrés a justificar la inminente entrega del país al Fondo Monetario Internacional. Aunado a esto, anuncia el 16 de Febrero, la aplicación de una serie de medidas económicas neoliberales ganándose el descontento y la inconformidad del pueblo, específicamente el de los sectores populares quienes veían cada vez menos la inversión y participación del estado en las políticas sociales.  

     Los sucesos que la historia recuerda como “El Caracazo”, para nosotros es reconocido como “El Guarenazo”, porque durante los días 27, 28 y 29 de febrero de 1989 cambiaron rápidamente y para siempre, la vida del venezolano, y en especial la del guarenero a quien le tocó protagonizar y levantar su voz de alto ante el atropello y violación de sus derechos. Para 1988 la situación del país fue dramática, la inflación rondaba un 100% unida al desabastecimiento y especulación de los alimentos, la población se empobrecía exponencialmente y sus recursos económicos era cada vez más limitada. Ante el anuncio del programa de austeridad y de reajuste estructural según lineamientos del FMI se decreta el aumento de los precios de transporte. Sin esperar la publicación del aumento en gaceta, las unidades de transporte público comenzaron a cobrar dicho aumento en el terminal de pasajeros de Guarenas. Además del abuso de los transportistas, se sumó la escases de unidades. A partir de este momento, la gente comenzó a sentirse frustrada e impotente, reclamando  el atropello de los conductores, exigiendo la habilitación de unidades para poder llegar a Caracas.

     Con la incertidumbre en puerta, el ánimo de las personas comienza a tomar niveles de protesta desde este punto de la ciudad, a esto se suma la manifestación de los estudiantes, siendo a partir de este momento cuando se desata una ola de protesta sin control. El día transcurre en disturbios y enfrentamientos entre efectivos policiales y el pueblo que, cansado de la injusticia, el engaño y la opresión, decide apropiarse de la mercancía de abastos, supermercados, y otros comercios. El gobierno, incapaz de controlar la situación, reprime al pueblo con la activación de efectivos militares a través de su Plan Ávila, anuncia la suspensión de las garantías constitucionales y declara un toque de queda para evitar más  saqueos e incendios de vehículos y locales comerciales.
     La violencia con que las personas asaltaron los comercios demostró la  pasividad a la que estuvo sometido el pueblo venezolano durante muchos años, marginada por la burguesía, rompiendo la "legalidad" burguesa” expresada en el acaparamiento, el sobreprecio de los productos de la cesta básica y de un conjunto de medidas económico neoliberales que en lugar de beneficiar terminaba por empobrecer más a la población.
     El 27 de febrero fue un estallido de carácter popular que respondió a un malestar social, cultural y político del pueblo olvidado por los gobiernos cuyo epicentro fue la ciudad de Guarenas, que tuvo un efecto boomerang sobre el resto de las ciudades que igualmente salieron a tomar las calles, y que tuvo como respuesta la mayor represión militar y una violación a los derechos humanos jamás vista en la historia contemporánea de Venezuela. Este estallido originado desde las masas también puso al descubierto la voracidad del capitalismo y de sus niveles para lograr sus objetivos.

     Para Guarenas el mes de febrero está cargado de importantes contenido históricos que nos obliga a no olvidar, sino a recordar la lucha protagonizada por nuestros indígenas ante la avasallante posesión de sus tierras y posterior colonización, a los enfrentamientos protagonizados durante la independencia, a las protestas estudiantiles llevadas a cabo en defensa de sus derechos y que han tenido una participación  importante en los momentos de explosión popular dejando su huella en el año 70 y 80. Del Guarenazo al Caracazo, y la Insurgencia Militar del 4 de Febrero del 92 le gritaron al mundo, que no es posible aplicar modelos neoliberales ni recetas económicas en Venezuela, que intentan privilegiar a una clase social a expensa del empobrecimiento de la mayoría. 

 Nuestros ancestros han despertado…

Lic. Noraya Pérez Díaz
Historiadora


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