El avance de procesos sociales de
transformación política y social ha contribuido a una mayor conciencia de
organización comunitaria, y a la valorización de la importancia que tiene la
lucha por la reivindicación socio-cultural que caracteriza nuestra historia
social.
Hemos tenido a lo largo del tiempo, desde
sus primeros medios de expresión gráfica en la antigüedad hasta las formas más complejas
del lenguaje actual, una historia que ha servido al hombre para dirigir su
mirada al pasado y reconstruirlo en un contexto histórico determinado. Sin
embargo, no ha llegado aún a reconocerse en ella la historia de los pueblos, cuya
participación ha permanecido bajo las sombras e invisibilizada por un discurso
histórico dominante, desde las ideas y valores de los vencedores, importante
para una gran élite dominante, dejando en manos de pueblos aquella historia anecdótica y vacía de
sentido e identidad. Por esto, creemos que es urgente y necesario nuevos enfoques para abordar la historia social y cultural desde los pueblos,
como potencialidad para construir y transformar la historia desde lo local y cotidiano,
pasando por lo regional, hasta llegar incluso, a la transformación de la historia latinoamericana.
En el ejercicio historiográfico interviene
la persona que la escribe, además del conjunto de elementos teóricos utilizados.
Hoy día, la reconstrucción del drama histórico debe partir de la memoria de los
pueblos como instrumento y fuente de dicha renovada construcción, cuyo objetivo
debe ser el fortalecimiento de nuestra identidad, desde lo local a lo nacional.
De allí que, los hombres como protagonistas de la historia, deban identificarse
con su entorno inmediato, acercándolo a una historia de transformación radical.
Dentro de todo este contexto, el análisis
histórico necesariamente debe superar las concepciones ideológicas dominantes de
los vencedores, y debe partir, desde una
ideología libertaria con valores de solidaridad y respeto por la vida en la
diversidad, en consecuencia se requiere la
organización y la participación de los
pueblos. Néstor Kohan señala que “la sociedad es una totalidad de relaciones
atravesada por contradicciones internas que no son eternas, sino transitorias e
históricas”. (Introducción al pensamiento socialista. El
socialismo como ética revolucionaria y teoría de la rebelión. pág.18)
En este sentido, la historia está llena de relaciones sociales basadas en la
explotación y la dominación, pero esta visión puede cambiarse, porque la
resistencia y la rebelión de los pueblos está en permanente aumento y exige de
una renovada transformación social. En consecuencia, se demanda una
transformación de la Historia Nacional y ésta debe comenzar a darse desde la
historia de las comunidades por su carácter de permanente renovación, en función
de la búsqueda de la reconstrucción de la memoria e identidad desde lo singular, es decir, desde la
cotidianidad en el interior de los pueblos.
Observamos en estos últimos años, que la
historia regional y local ha contribuido significativamente no sólo al
conocimiento del pasado, sino también, a la historia como ciencia social. Se
han multiplicado los organismos, las instituciones y las personas que se
involucran en investigaciones locales en todas partes del mundo, y nuestro país
forma parte de ello. Desde luego, esta “multiplicación” debe tener efectos
positivos, pero, preocupa ver como frente a las urgencias de las comunidades,
se sigue abordando esta realidad con un marco conceptual que excluye la subjetividad y los procesos
creativos del pueblo en los procesos de trasformación social y en la construcción
permanente de la identidad histórica.
Por ello, el reto de hoy es renovar el conocimiento histórico, que depende en gran
medida de crear y apoderarse de nuevos marcos teóricos y metodológicos, de la
búsqueda creativa de nuevas fuentes y del enriquecimiento de las ya conocidas
por medio de la re-interpretación crítica a luz de los acontecimientos actuales.
La localización constante de nuevos testimonios será infinito mientras
acontecimientos como los que ocurren en la
contemporaneidad no sean completamente explorados y comprendidos. Es
precisamente esto la fundamentación de la historia radical o crítica como ciencia.
Es importante entonces, de acuerdo a nuestra propuesta, el acercamiento a
las fuentes históricas que le dieron existencia a nuestra ciudad y que explican
su desarrollo y transformación permanente, para así generar la conciencia y el
interés por los procesos históricos locales. Esto en la práctica, debe
obligarnos junto con las comunidades a realizar un esfuerzo para la búsqueda, el
estudio, la organización y finalmente la publicación de las fuentes históricas
de nuestro origen, así como su preservación. En este sentido, el estudio de
la historia local debe permitir que el
conocimiento generado de ella, sea útil para la transformación permanente de la realidad,
en otras palabras, el conocimiento histórico debe ser aprehendido por la comunidad para darle
significado y cohesión, lo contrario es convertir metafóricamente a la historia
local, en un sujeto con Alzheimer cuyos
recuerdos del pasado han perdido sus vínculos, mientras que su presente y
futuro carecen de significado humano.
En fin, bienvenida la nueva práctica radical
de la historiografía que reivindicará, al fin, la verdadera historia de los
pequeños pueblos.
Lic. Noraya J. Pérez Díaz
Historiadora
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