viernes, 13 de junio de 2014

PERSONAJES INOLVIDABLES DE LA GUARENAS DE AYER


Cuando se inventaron las utopías, ya Pedro Felizola existía y reinaba en ese mundo maravilloso y controvertido de lo absurdo. "Perucho" era un hombre menudito, de andar rápido, de descomunales bigotes, de voz cavernaria y de una constante predisposición a la amistad y a la broma ligera. Lo mas resaltante de la fisionomía de este personaje eran sus cejas, descomunales, en el más estricto sentido de la palabra, que parecía producto de un extraño cruce entre un váquiro llanero y una camella egipcia.

Ya era un hombre mayor, para la época de la antigua muchachada guarenera, en  los años sesenta, cansado de sus luchas (las de aquellos tiempos), por la actividad revolucionaria de una izquierda resuelta a deponer la traición al pueblo, de aquella generación del 28 que se alzó con el pacto de Punto Fijo.

Mucha gente evade la realidad y su compromiso con ella, inventando un mundo interior fantástico. Pedro era de estas personas. era, en suma, una persona inofensiva, especialmente humano, ocupando su tiempo en alimentar la inmaginación de sus interlocutores con historias increíbles, en las cuales, por supuesto, él era el héroe,el triunfador.

Para los jóvenes y niños de aquella generación, Pedro fue el rey  de los cuenta-cuentos, una suerte de trovador de la palabra, un duende itinerante, el tejedor de los sueños de los adolescentes del momento, generalmente reunidos como insomnes en la Plaza Bolívar, Pueblo Arriba, ante la cercanía de los exámenes finales, por lo cual el sitio parecía un campamento de sillas de extensión y libros de diversos tamaños y colores.

Desde la distancia Pedro Felizola fue un hombre-sol; nacido para iluminar los sórdidos espacios en que los habitantes  del pueblo se refugiaban para convivir con la monstruosa cotidianidad de algunos días, todos iguales, en realidad.

El cuento clásico de Felizola , tuvo como escenario Los Anaucos y refería un día de excursión en el cual se desvió del camino acostumbrado y una vez al sentirse extraviado se puso a descansar en un claro arbolado, tapizado de plantes hermosas; para estar más cómodo se quitó la camisa y en un bolsillo de la misma, colocó su reloj y un disco de 45 rpm de vallenatos, muy en boga en esos tiempos. al rato comenzó a llover lo que obligó a Pedro a correr hacia el pueblo, para resguardarse, olvidando la camisa en el lugar.

Varios años después -dice Felizola- regresó al mismo lugar y se sentó a la sombra de un frondoso árbol, sintiendo la lógica somnolencia. Al tiempo fue despertado por un fuerte ruido y al examinar y urgar en el árbol, tamaña sorpresa: consiguió la camisa, con el reloj aún funcionando y las hojas del árbol en contacto con el disco, haciendo sonar la melodía grabada en él (...)

Así, con esa fantasía, eran los cuentos de Pedro Felizola, un hombre de excepcional inmaginación, un personaje que aún hoy exige que alguien lo inmortalice en algún cuento inolvidable.


OFICINA DE LA CRONISTA DE GUARENAS
CUADERNO CULTURAL N° 5

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